miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Para qué sirve el ecumenismo?

La Iglesia es una institución formada por personas; es ingenuo esperar que sea infalible. A lo largo de la historia muchos hombres la han utilizado para oscuros fines: muchos han pronunciado el nombre de Cristo para propósitos criminales, otros han convirtiendo la institución en un poder temporal, arrogándose la potestad de poner y quitar reyes, dotándola de ejércitos y tribunales y mezclándola en intrigas, complejas tramas y conspiraciones que nada tienen que ver con el espíritu sencillo y humilde, de perdón y de servicio, que se refleja en los Evangelios. ¿De qué nos extrañamos?; si eso ya lo dijo Jesucristo: “Habéis convertido la casa de mi Padre en una cueva de ladrones”.

¿Es verdad que los cristianos estamos separados?

Después de 2000 años de historia (¿qué institución tiene casi 20 siglos?) y de haberse extendido por casi toda la Tierra, no es raro que los errores de unos, la mayor o menor pureza en la interpretación de las Escrituras de otros, y las tradiciones de las distintas regiones hayan dado lugar a un mosaico muy variado de comunidades más o menos diferenciadas a lo largo del mundo y que hoy existan distintos grupos dentro de la Iglesia fundada por Cristo, que es una.

A mi juicio, empleamos de manera incorrecta el término “iglesia”. Los cristianos no estamos divididos en iglesias sino en comunidades, en grupos, en congregaciones… llamémoslo como queramos, que se diferencian entre sí por matices muy secundarios: ritos, tradiciones, jerarquía…

Lo esencial del Cristianismo está en las Escrituras; si somos fieles a la Palabra, ¿qué más da todo lo demás? El fundamento de nuestras creencias se puede resumir en unas pocas palabras; el Cristo evangélico no instituyó los ritos, las tradiciones ni la jerarquía que ahora tenemos y que los cristianos utilizamos como elementos que nos definen y que supuestamente nos separan. A los cristianos no pueden separarnos los ritos que celebramos los domingos en cada una de nuestras comunidades. Tiene que haber algo más fuerte que nos una, y lo hay: nuestro modo de vida, acorde con la Palabra; todo lo demás es tan secundario que no debería hacernos perder ni un minuto.

¿Qué pretendemos en el movimiento ecuménico? ¿Qué estemos todos unidos? ¿Acaso no lo estamos? ¿Hay actualmente alguna guerra entre cristianos, algún conflicto irresoluble? Creo que no. Los cristianos somos más de mil millones; yo no puedo estar unido materialmente a mil millones de personas; procuraré estar con quienes tengo más cerca, lo que no significa que no esté, al menos en espíritu e intención, con todos los cristianos del mundo y con todos los hombres de buena voluntad, sean de la religión que sean.

Angel